A veces nos olvidamos de disfrutar, de perdonar, de reír, de llorar. Equivocarse es fácil, perdonar es tan difícil. Asumir errores, y aprender de ellos es lo más sano que podemos hacer, y eso nos acerca, por más lejos que estemos. Cuando dos personas se quieren mucho, nada está terminado, nunca nada está dicho, no hay últimas palabras. Aunque hoy creamos que sí existe un final… cuando en realidad sólo podemos hablar de principio, es lo único que tiene fecha y hora. Así que hoy es tiempo de crecer, de madurar, de aprender, de sentir, de reírme y de llorar, o de las dos al mismo tiempo.